Este descubrimiento podría tener repercusiones en el tratamiento de la hipertensión resistente, superior 140/90 mmHg, y a reducir el riesgo cardiovascular, el riesgo de ataque cardíaco y de accidente cerebrovascular/ictus/derrame cerebral, en palabras de Murray Esler, profesor y director senior del Instituto Baker IDI de Melbourne, Australia.
Se obtuvieron reducciones de 10 mmHg sobre una tensión inicial de 160 mmHg en porcentajes altos en los primeros 6 meses, resultados que se mantenían con poca variación al comprobarlos a los siguientes 6 meses.
Aclarar, por último, que no se han comprobado daños en el riñón, ni deterioros funcionales, ni tampoco efectos perjudiciales sobre la salud a largo plazo, aseguró Esler
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